Sabía que había algo en él, algo que no podía explicar. No era su increíble físico, o su mente estratégica. Había algo más, algo inexplicable... algo, que aunque si pudiese serlo, temo que jamás podría asimilarlo. No podía correr de él, eramos atraídos casi como por instinto de gravedad. Era como la luna atraída al sol hasta tenerse en un eclipse imposible de evitar. Era suya y él era mío. ¿Cómo había pasado eso? Solo entendía una cosa... Nada volvería atrás, y aún más, después del plenilunio. Los lobos ya vienen...