Desde que lo conocí me gustó, pero nunca intenté nada. Por motivos de la vida, me hice la mejor amiga de su mejor amigo y esto implicaba verlo en muchas cenas y ocasiones especiales. Una noche toca mi puerta, destrozado y cansado, lo mejor que podría haber hecho era hacerle pasar y escuchar qué tenía para decir. Sentimientos escondidos y charlas profundas nos conectan más de lo que jamás habríamos imaginado.
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