Jamás había sentido tal excitación, tal éxtasis de placer al ver que jamás esperó mi traición y que ahora solo espera que lo ayude como lo hice antes, como lo hacía siempre; pero quien fui, ya no está, no queda ni la sombra del indefenso cordero que siempre él llevaba al matadero, ahora él estaba en el matadero, y como lo disfrutaba.