escribía al vacío y sin límites. lo intenté la semana pasada cuando ganesha me acompañaba, cristalizaba una posibilidad, un movimiento de aires que se podría transformar en un cataclismo, y sucedía entre el espacio que hay entre yo y mi madre.
mi madre estaba hipnotizada.
"vos no me vas a volver loca a mi nene, rajá, no te quiero ver"
aquélla elefante me cuidaba y la ondulación de su dulce voz me conectaba con otra vida. donde los corazones de los gitanos colgaban del tiempo, y las caras de los ermitaños adoradores del panteón se derretían como un símbolo de paz. imaginen llevar un smartphone a aquellos cantares. una sombra taparía todo. y así se dio. aquí la gente se subió a un gran robot que creció y creció, y alimentaron el robot, y el robot creció y creció. la sombra de ese robot tapó prácticamente a todo el oriente (imaginen el sufrir de esos milenios de sabiduría al ver que sus ojos no veían ya la luz llegar, y desde arriba les gritaban "los tiempos han cambiado". shiva. shiva, shiva...) volvamos al robot que creció. con todos esos monos dimensionales arriba suyo. EL ROBOT NO NECESITA LOS MILENIOS. gritan y se olvidan de sentir el sueño como sueño. un niño a los pies del robot, camina, y camina. y escucha. "AYUDA" gritan. "SOBRAN PERO NO ALCANZAN LOS MÉDICOS AQUÍ ARRIBA" o "ANDÁ A LA FACU, GIL" no se que gritaron. a ver. voy a mirar bien. ápa. están llegando al sol pero están sufriendo como el fuego les quema la piel. algunos, hipnotizados viendo desde atrás de un vidrio templado, observan al gran amarillo, pero hipnotizados. esperando morir. y mi mamá está ahí.
ESTOY SUBIENDO A UN CUERPO MECÁNICO Y PIRAMIDAL, QUE EN SU PUNTA TIENE LA LUZ. UN ELECTRÓN DE UN ÁTOMO. ALLÍ VOY. SOY UN ESPÍN APUNTANDO PARA ARRIBA.
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