Un accidente lo inició todo. Debías ser muy desafortunado para conocer a alguien como él, a un mujeriego idiota y alcohólico. Pero más desafortunado debías ser para enamorarte de él. Su vida cambió con aquella sonrisa, fue mala suerte, fue una jodida broma del destino. Esos ojos salvajes le arrebataron el aliento y quizá también un pedazo de su ser.
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