Este relato va dedicado a mi compañero Jaime Expósito, que hace más soportables todas esas aburridas mañanas en el autobús y a la confitería Balbona, gracias a cuyo material se ha hecho posible esta obra.
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Este relato va dedicado a mi compañero Jaime Expósito, que hace más soportables todas esas aburridas mañanas en el autobús y a la confitería Balbona, gracias a cuyo material se ha hecho posible esta obra.