Loki sabía que ese hombre debía ser suyo. No le importaba traicionar ni pisotear a nadie. En la vida siempre había obtenido todo y esa vez no sería la excepción. Haría lo que fuera con tal de obtener la atención de aquel Dios que lo volvía loco. Nada lo detendría... Ni siquiera el lazo de sangre que los unía.