Una florista naturalista y un empresario de transportes, ¿qué tienen que ver el uno con el otro? Nada. Si no fuera que sus empresas colindan. El problema es que para Almendra, una mujer que vive la vida de forma natural, los camiones de su vecino entorpecen el crecimiento de sus plantas y flores, ya que el ruido y el smog las marchita. Por otro lado, a Bastián le molesta que en ese lugar exista un jardín, le trae malos recuerdos de su niñez, recuerdos que quiere erradicar de su memoria, y su vecina no se lo hace nada de fácil. Uno de los dos tendrá que irse pues la convivencia es insostenible, sin embargo, ninguno dará su brazo a torcer; los dos defienden su empresa con uñas y dientes y esperan que el otro sea el que ceda. Es un juego de tira y afloja. Un juego en el que pueden perderlo todo.