Aun recuerdo como si fuera ayer la primera vez que te vi ¿Cómo podría olvidarlo? Hasta parece que aún puedo oler tu perfume, ese lindo y delicioso olor a vainilla. Ni el sonido de las balas ni los gritos de Zarco pudieron apartar mi atención de ti. Me sorprendió tu valentía al cruzar hacia la banqueta todo por proteger a un niño que lloraba porque su mamá lo había abandonado cuando todo comenzó. -Vamos Santiago, debemos irnos. Escuche a zarco pero no aparte mi vista de ti, aun con el riesgo de ser tocado por una de esas balas que claramente tenían mi nombre escrito, me acerque a ti y te dije: -Tranquila, ya va a parar. Me miraste como si no entendieras y esa ingenuidad que había en tus ojos me hechizó. -Solo dime tu nombre. Me arrepentí en cuanto las palabras, eso lo haría aburrido. -No, mejor no me lo digas ahora.. Lo harasas cuando nos volvamos a ver.