Robert tenía la mentalidad de Aranch que era una chica tierna, y claro... Muy linda, pero nunca había visto de otra manera, al menos no desde aquella noche. Desde esa maldita noche, Robert soñaba con su sobrina todos los días, y no había hora que no pensará en ella, no había noche en la cual no la deseara cada vez más y más, no había noche en que no tuviera sueños mojados con ella.