-No te acerques, como te acerques te juro que te mato.- Sujeto la pistola con las manos y señalo a su cabeza, el hombre moreno de unos cuarenta años se queda inmóvil, sus manos están levantadas y me mira fijamente, su pulso tiembla, es algo que se puede ver a kilómetros a la redonda, pero no me puedo permitir ponerme nerviosa.- ¿Dónde está la llave?- Digo firme. -En el segundo cajón.- Contesta él con la voz temblorosa. -Pues adelante, abre el cajón y sácala, luego me la das y podemos salir los dos de aquí y seguir con nuestras vidas, aunque si lo prefieres, puedo salir yo de aquí y tu dejar de tener vida. Tras esas palabras, el hombre que está en frente mio empieza a rebuscar por los cajones, está nervioso y se nota. Estaba claro que su plan no le ha salido del todo bien.