La vida pone obstáculos para ponernos a prueba y Arturo lo sabe mejor que cualquiera. Joven, inteligente y de valores indiscutibles, Arturo había sorteado distintas piedras que la vida iba poniéndole en el camino, con ayuda de su familia, arreglándose como mejor podía a pesar de ser sordomudo. Las cosas marchaban bien hasta que salió solo a la ciudad y la vida, gustosa por jugarle malas pasadas a cualquiera que se prestara para ello inconscientemente, le brindó el susto de su existencia.