La deseaba, no lo podía negar. En cada lugar ella iba, no podía evitar de pensar en ella: su calor, su naturaleza, su indiferencia, su superioridad, su seguridad, su arrogancia, su ser Haruka. No podía mirar a alguien más sin pensar en ella, la quería demasiado. Aunque los demás pensaban ella no había la edad justa para ella, no le importaba. Prefería aún ser su juego, era bastante ser cercana a ella. En una nueva escuela casi siempre era difícil buscar amigos, en vez muy fácil caer en la trampa de los demás y por supuesto enamorarse de la persona más difícil de toda la escuela. El confín entre deseo y amor es algo muy delgado, casi invisible. Puede romperse fácilmente o fundirse en uno, depende de ti. Pero lo cierto es que ya es tiempo de mudar, a caminar en este confín tarde o temprano lo cruzarás sin verlo, y tal vez puede ser demasiado tarde para retroceder.