Puede que en algún momento, después de un "te quiero" no venga un "y yo a ti". Quizás dejemos de decirnos todas esas cosas buenas para echárnoslas en cara. A lo mejor llegamos al punto de no retorno, o a lo mejor ya hemos llegado y sólo estamos tratando de volver. En el momento en el que tú decidas entre ella y yo, parará de ser igual. Dejará de doler, sí, pero no estará curada la herida. Bastará con que se te vaya ese brillo de los ojos, con que pares de comerme con la mirada. Será suficiente con que dejes de verme como me ves... Y cuando llegue ese momento, sabré que tengo que irme. Y me iré. Rota pero en pie, como el momento en el que el balón impacta contra el cristal, y sabes lo que pasará. Y cuando ya estemos lejos puede que te supere y puede que no, pero tú me dijiste una vez que el amor no es eterno. Así que espero poder sacarte de tu habitación en mi corazón, y no encontrarte ahí de nuevo cada vez que nos encontremos por una calle estrecha de más. Sólo necesito que seas feliz. Aunque no sea conmigo, quédate cerca.
Te quiero ver vivir.