Así, La Duquesa, que a ratos miraba el fondo de su taza de té y sentía que algo hacía encoger su corazón y le obstruía la garganta, se vería envuelta en algo que sólo sucedía en los cuentos que leía y las canciones que escribía en secreto. Levantó la vista y sonrió, conforme porque nadie se percataba de sus ausencias. Y comenzó a hablar como loca de nuevo, para acallar las voces de su cabeza. Las voces de su corazón.All Rights Reserved