Apostarle al destino no fue lo correcto, terminamos haciendo lo que juramos no hacer pero nos dimos algo que jamás se olvidará, momentos que jamás pensamos vivir y que solo a su lado se pudieron construir. Quitó todos los miedos que habitaban en mi, pero también, trajo consigo el temor de que volvieran cuando llegara la hora de partida. ¿El consuelo que queda? En los mejores momentos de nuestras vidas robamos el show y nos llenamos de amor y alegría. Lo juramos y ahora toca cumplirlo, no nos olvidaremos ni en mil años.All Rights Reserved