El Destino le hace una apuesta al Amor, en el cual el perdedor le otorgaría su poder al ganador, el Amor no duda en aceptar, ya que la apuesta consistía en que el debía de eligir a dos personas e unir sus vidas con el hilo rojo de su sangre que simbolizaba que ellos estaban destinados a estar juntos en esa vida. Si esa pareja que había sido elegida lograba unir sus vidas, el ganaba, pero si el Destino lograba separarlos y cortar el hilo que los unía él ganaría. El Destino hará cualquier cosa para separarlos y ganar la apuesta, incluso comenzar una guerra solo para que de esa manera el hilo logre romperse, pero el Amor es terco y perseverante, por eso no se rendirá tan fácilmente. Los únicos que sufrirán las consecuencias de esta apuesta serán los dos jóvenes que tomaran los papeles de peones en este macabro juego.
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