La primera vez que lo vi pensé que me mataría: usaba prendas negras, cargaba una afilada hoz y un cuervo le hacía compañía; al despertarme en medio de la noche, lo único que logré pensar es que la muerte había llegado por mi alma. Y luego, escuché una voz, como un susurro que el viento trajo hasta mí, diciendo: Ante la oscuridad, guardaré tu alma y la protegeré de las sombras. Esa noche no llegó la hora de mi muerte... Esa noche, el hombre de la hoz me sonrió y conocí un mundo que ni en mis más locos sueños podría imaginar, un mundo lleno de pesadillas.
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