Un viejo reino, escondido entre el olvido y las historias, se escabulle entre los cuentos de hadas. Castillos de inigualable imponencia, y hermosos bosques sin comparación, que solo quedan en nuestra memoria; el humilde pueblo de Cuarsiem, el enorme bosque de Celciemuno, y por último, el castillo que alguna vez perteneció al Cid Aviret, pero finalmente fue apoderado por la Reina Malvada, la tirana y dueña de todo el reino, donde el Rey Arlo es controlado por las cuerdas de Romina, la peor villana.
Los caballeros, encargados de proteger a Celciem, no hacen más que destruir su reputación, mientras los niños y jóvenes no saben pues del estudio, ni de las artes o el combate; más de trabajos forzados, ganadería y uno que otro comerciante, siendo así los letrados, los menos admirados, pues en un reino de mediocres, los bufones son alabados.
En un humilde hogar, el joven Nicolás, escudero de la gran Orden de los Caballeros de Celciem comienza a cuestionar, no solo sus días en aquel nefasto poblado, sino el sistema que le era impuesto, los campesinos con los que compartía día a día, y la forma en que se le había enseñado, que si no era pues un hombre de letras, y podía diferenciarse de la multitud, no sería más un esclavo o un simple peón, sino una voz y, mucho más, un héroe como el de los cuentos, aquel que los podría liberar de la miseria, hambre e ineptitud.
Lin Yi, un trabajador de oficina muy trabajador, murió una noche por exceso de trabajo. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontró en el cuerpo de un personaje que había sido carne de cañón y que había sido casado con un magnate como parte de una alianza comercial entre dos familias adineradas.
En este matrimonio, Lin Yi era prácticamente invisible. Su dominante marido nunca volvía a casa, dejándole sólo una asignación mensual de cinco millones de yuanes.
Lin Yi: ¡Qué buena oferta! ¡Es hora de vivir la vida como un adicto al sofá!
Aparte de eso, Lin Yi también tenía un hijastro llamado Huo Mianmian, un niño de tres años que era pequeño, suave y hermosamente refinado. Sin embargo, el niño generalmente era muy tranquilo y cauteloso con los demás, no se acercaba fácilmente a nadie.
Lin Yi no tenía que preocuparse por criar al niño, disfrutaba de su nueva libertad, su única preocupación era cómo gastar su dinero.
Cuando estaba feliz, compraba un inmueble comercial; cuando no estaba feliz, un coche deportivo...