Cuando la vida se te adelanta y comienza a correr más rápido que tu, es un dilema cuando te deja atrás, más aún es imposible no sentirse fuera de lugar. Respirar se convierte en una tarea difícil, cada día sentir que te has perdido todo un siglo, la energia te falta cada vez más, el tiempo se escapa como un pez de tus manos, tus propias memorias se ahogan en un agujero negro en lo más profundo de tu mente (y de tu corazón)
Ian Anderson deseaba por un momento de confort, un momento en el que los minutos dejaran de contar por sólo unos segundos, algo o alguien que le ayudara resolver su incertidumbre; que le dijera que no estaba roto, que su vida no era una ilusión, que no tenía que golpearse mentalmente cada pesada mañana, en un intento de convencerse de que su dia a dia no era una chalada más. Aquella vida suya, parecia una más de sus muchas pesadillas.
Hasta que una noche, en uno de los pocos sueños lindos y cálidos que tiene, conoce a un extraño.
Un extraño cuyos ojos como lagunas lo hicieron sentirse abrumadoramente ahogado, cuya presencia era tan magna, que respirar cerca de él era como tener humo en los pulmones, cuyas palabras lo hacían querer nunca despertar y ocultarse en sus sueños para siempre.
Y así lo hace, su escape es con él, mientras más le enseña el vasto valle de maravillas que el universo es, no se quiere ir, no quiere escuchar nada más ni sentir otra cosa. Solo desea por un mundo juntos.
Está en casa.
La dulce ilusion que son sus sueños se convierten cada vez en una droga letal, y sus intensos momentos juntos comienzan a volverse su realidad...
Pero cuando su vivir es amenazado por esto, la cuestión ahora es creer en la veracidad de sus divinas visiones, su anhelo con el hogar prometido o en la seca y cruel realidad que es su permanencia en la realidad.
Por primera vez se verá puesto en descubrir si enfrentar las cosas de las que escapa merecen correr el maratón con la vida, y el destino.