Hacía ocho años desde la guerra contra Millenium, esa fatídica noche donde murieron miles de personas en la ciudad ¡solo por el simple deseo de un psicópata!
Fue una total masacre, la ciudad estaba totalmente destruida... Todavía podía oír los gritos de auxilio en su mente.
Pero no era tiempo de ponerse a pensar en eso, Integra Hellsing tenía una organización que levantar prácticamente de las cenizas, Alucard había desaparecido, pero en el fondo ella tenía la esperanza que en algún momento el volvería, nunca lo reconocería pero lo extrañaba terriblemente.
Seras Victoria, la chica policía como solía llamarla su maestro, ya era un vampiro completo, en total control de sus poderes, ahora se había convertido en su mano derecha y comandante de su organización.
Ciertamente Seras había cambiado , ya no era aquella niña que tenía miedo de su propio poder, ahora abrazada totalmente a la oscuridad.
Algunas veces se parecía tanto a su maestro, visitándola en su despacho, vigilándola entre las sombras intentando pasar desapercibida, pero siempre la sentía, integra no era estúpida, ella había notado como la draculina la miraba, era la misma mirada que alucard le dedicaba.
No podía decir que la draculina le era totalmente indiferente, Seras era una mujer muy atractiva, pero no podía relacionarse con ella, no por el hecho de ser las dos mujeres no eso era totalmente irrelevante sino por el hecho de ser ella un Vampiro.
¿Como podría relacionarse con ella? siendo su misión exterminar a toda su raza del planeta.
Lo mismo le ocurría con Alucard, era innegable la atracción entre ellos, pero integra nunca pudo actuar, el era un monstruo por más que él le dijera que ella se convertiría en su igual, en su condesa no podía ceder.
Y ahora tal vez nunca podrá saber qué pasaría si seguía su instinto...
¿Oh si? ¿Nuevas situaciones podrían hacerla cambiar de opinión?
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