Debo reconocer que no te quiero olvidar, no quiero que te vayas de mi mente, no quiero sacarte de mi vida para siempre, y no te equivoques al leer esto corazón, no insinuó que quiero que vuelvas, lamentablemente no es así, yo sé que esto ya tiene su punto final, hace tiempo lo acepté, me enamoré perdidamente de la persona que conocí hace algunos meses atrás, digo esto porque aún no me decido en que momento dejaste de protegerme y procurarme, en fin, yo me enamoré de la esencia que perdiste hace mucho tiempo, ¿en qué momento dejaste de apreciarme como yo lo hacía contigo? no lo sé, te juro que pensé que estaríamos juntos por un largo tiempo, loco amor traicionero y tergiversado, te culpo a ti corazón mío, mi amor siempre ha sido tan necio, tan aferrado a ti, me quedé con tu yo de hace algún tiempo, ese que en verdad me hacía sentir las mágicas mariposas en todo el cuerpo, el que me prometió que estaría para mí toda la vida, el que decía que no tenía ojos para nadie más, el que me abrazaba tan fuerte que me hacía sentir tan segura de todo, de él yo me enamoré, a él dile que vuelva.
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y pauta como se le ha indicado. Un pueblo donde no se recibe con mucha gracia a los recién llegados así que cuando Los Steins se mudan a su lado, Leigh no puede evitar sentir curiosidad.
Los Steins son adinerados, misteriosos y muy elegantes. Lucen como el retrato perfecto de una familia, pero ¿Lo son? ¿Qué se esconde detrás de tanta perfección? Y cuando la muerte comienza a merodear el pueblo, todos no pueden evitar preguntarse si tiene algo que ver con los nuevos miembros de la comunidad.
Leigh es la única que puede indagar para descubrir la verdad, ella es la única que puede acercarse al hijo mayor de la familia, el infame, arrogante, y frío Heist.