En la vida, por donde pasamos, dejamos cabos sueltos, que algunas veces nunca llegamos a atar, por miedo, para acabar cuatro años después mirando al techo de la habitación a las 2:00 de la madrugada pensando en qué podría haber pasado si hubieras actuado diferente. Pero siempre hay una segunda oportunidad para hacer las cosas bien, ¿no?
Con una lista de cosas que debió haber hecho antes de marcharse cuando tenía catorce años, Meadow, ahora de dieciocho, decide enmendar sus múltiples errores pasados volviendo a su pueblo natal.
Ciento siete, es el número de acciones que tendrá que tomar para cerrar todas las heridas abiertas que dejó. Pero no contaba con la ayuda de un desconocido, del que mágicamente parece enamorarse de la noche a la mañana.
Lo que no sabe, es que ese "desconocido", muy cambiado al parecer, fue aquel chico a quien Meadow torturó por su peso durante toda la secundaria.
¿Qué pasaría si el príncipe se enterara que su princesa siempre fue la madrastra malvada?
Esperemos no saberlo, pues la princesa está decidida a luchar por mantenerse encubierta.