"Hola Aimarés, mi novia y yo nos vamos a casar, estamos muy ilusionados, tenemos muchas ganas de que llegue el día, nos casaremos en Grecia. Nos gustaría que nos organizaras la boda. Esperamos tu respuesta" Así comenzó todo, después de cuatro años. Por un e-mail, un e-mail sorprendente, un e-mail doloroso, un e-mail desconcertante.