La gente piensa que ser diferente es sinónimo de ser raro. No puedes ser tú mismo, ni ser alguien singular, porque pronto te tachan como fricki, raro o antisocial. Puedes ser raro siendo un típico nerd, una rata de los libros, alguien con algún trastorno psicológico, o alguien que viste diferente a como todo el mundo lo hace. Cuando decimos la palabra “raro”, vienen a la cabeza imágenes de estas personas, personas que realmente no son raras, sino diferentes. Con una manera de pensar diferente, con una forma de vestir diferente, y con una personalidad diferente. Personas que defienden sus propios criterios y no se dejan llevar por las modas o por lo que digan los demás. ¿Sabéis? Esas personas son las más valientes. Por seguir siendo como son a pesar de todos los prejuicios que la sociedad ha tomado contra ellos.
Pero puedes ser raro por otros motivos. Motivos menos llamativos. Simplemente… por ser tú. Esta, es mi historia.
La historia de una adolescente que intenta buscar su sitio, que la acepten tal y como es. Porque, aparentemente, todo está bien. Pero por dentro, hay una herida profunda, esperando a cicatrizar. Una herida que la gente ha ido abriendo poco a poco sin ser conscientes de ello, pero que ha marcado a la persona en el fondo de su ser, haciéndola sentir débil, diminuta… y rara.
Porque ahora, vuelvo a ser la rara.