Ni si quiera como anoréxica sirvo. Ni hablar de la Bulimia, parece ser que las palabras de odio hacia mi, han generado un tapón en mi garganta. Esta es mi historia, una probada de mi mente. •No tengo control sobre mis pensamientos, ni sobre los del otro. Por último, puedo controlar el peso de mi tormentoso cuerpo. Las miradas de otros duelen, pero las propias, son un suplicio•