Un avión estrellándose contra el World Trade Center,
repentino,
comienza la mágica sacudida
un 12,5 en la escala de Richter,
destruye las edificaciones personales,
convierte tu ciudad
en un patio de juego para dos
de interminables charlas,
que alimentan el alma.
Risas que rejuvenecen
y caricias de viento.
Y como la bala que asesinó a John Lennon,
todo termina.
Te arrasa,
un tsunami en las costas de Tailandia.
Picadura de víbora
que inocula la más acida de las amarguras,
obligándote a escupir
en la tumba de un amor enterrado,
sin derramar una lágrima,
pues la única culpa que se siente
es por los gusanos
que tendrán que comerse
ese festín de mentiras.