Mas allá de lo ridículo y nefasto del sobre-proteccionismo animal. Es innegable que en los animales, criaturas dignas de estudio, se encuentra ese ALGO capaz de enternecernos (un perro tierno), estremecernos (un lobo feroz), entristecernos (un gatito en la calle) y hasta contentarnos (un perro que nos libra de un malhechor). Sin embargo, ese "algo" fluctúa y es terriblemente indefinido. En lo terrible de la incertidumbre, se envuelven elementos que escapan a la lógica y al racionalismo. ¿Algo cómo qué? Algo cómo eslabones en sus ojos.