El mundo vive con miedo bajo el acecho de las almas: seres que atacan a los que viven bajo el manto de la oscuridad para absorber toda su energía y acabar con su existencia. Todo está mal, el mundo luce como un manicomio ante el pánico que causa la escasez de cualquier producto necesario para vivir, el problema que representa conseguir dinero y los trueques mayoritariamente injustos a los que se deben someter los pobres diablos para poder conseguir algo útil. Todos encerrados en un total de cuatro ciudades que no escatiman en energía para mantener fortalezas de luz en las fronteras de las mismas, dando así una apariencia hermosa y gloriosa a ciudades que viven bajo el manto de la miseria, el odio, el miedo y la protección que solo la luz les puede ofrecer antes los devoradores. Vagabundos, ladrones, gente con carentes recursos y aquellos que incluso en un mundo derruído son capaces de tener lujos están bajo el mismo riesgo de ser consumidos y apartados de una sociedad que no parece estar viva. Y Gregory no es una excepción de aquellos que fueron desgraciados al haber nacido en esa época tan ruín y devastadora. Ante almas que no se pueden atacar, no se pueden asesinar y que solamente se pueden espantar por cierto tiempo, muchos deciden vivir. Vivir con miedo, en desesperanza, esperando el día del juicio final. Pero, también quedan aquellos como Gregory que deciden vivir como si fuese el último día, aventurar y sentir que realmente están como están: vivos.