- No eres mi dueño- le reclame sintiendo como la impotencia se apoderaba de mi. - Lo soy, te he comprado. Y desde ahora soy tu único dueño. No podía creer aquellas palabras, he huido de un infierno, para meterme en otro mucho más grande. Me han vendido al peor postor, a una simple basura que logró conseguir mi cuerpo con su dinero. Lo odio y haré que su vida sea igual o más que infierno como la mía.