Hay varias cosas que pueden volver la vida de una adolescente un verdadero infierno, pero hay una en específico que casi es una constante: El amor. Cata sufre porque el chico que le gusta consiguió novia (gracias a ella) y al borde de una exagerada depresión, decide conseguirse también un novio para darle celos e intentar, por última vez, que deje de verla como una amiga. El problema radica en que la búsqueda de novio es más difícil de lo que creyó en un principio, y poco dispuesta a enzarzarse con alguien que solo querrá sexo y más sexo, recurre a su última y más desesperada alternativa: Pedirle a Tyler Carrozo, el antipático chico de su instituto, que finja ser su novio a cambio de que ella se calle lo que vio. Parece un plan sencillo y perfecto, pero ya Catalina debería saber, después de haberse leído miles de novelas de todo tipo, que esos planes jamás, jamás ¡Jamás! Son sencillos y mucho menos resultan ser perfectos. Al contrario, ni en lo más recóndito de su mente, podría imaginarse lo que le espera