Las palabras animan y deprimen. Suelen ser éstas las que siempre se van a recordar; los golpes sólo quedan en la memoria por algún tiempo y luego son más que olvidadas. "¿Todo ha estado cambiando o soy yo el que cambia?". Izal se despierta a diario con la misma pregunta. Algunas veces ya se la ha respondido, pero siempre hace algo que jode todo lo que ha logrado, sin embargo él tiene un plan de vida, e irá por el camino que se lo dé... a menos que tropiece con pesadillas, locuras y desquites. No siempre ser amargado da cosas malas, pero siempre el exceso de felicidad trae desgracia... ¿o no?