"¿Y, qué ocurrirá cuando el cielo se apague y caiga un infierno que nos amenace?" -¡Estaremos los Guardianes, señor! "¿Quién protegerá la tierra en la que vivimos y la existencia de todo aquel que nos pueda llamar 'hermanos'?" -¡Los Guardianes, señor! "Y si el enemigo es fuerte, y la victoria se ausenta, ¿qué haremos entonces?" -¡Entregar aún más, señor! Con esa premisa dimos todo en la batalla. Obtener la victoria no era lo que más nos preocupaba; enriquecer nuestros egos quedaba en un segundo plano. Era proteger a todos y cada unos de los habitantes de la ciudad aquello que nos inspiraba a la hora de pelear. Y teníamos todas las de ganar, no obstante, nos esperaría un enemigo con al cual simplemente no podríamos enfrentarnos. En mi nombre y el de mis compañeros, juraba derrotar a aquella amenaza a costa. Mi padre no mancharía al mundo con su desgracia una vez más.