Julieth Christine Banks siempre ha deseado un amor de película, un chico tan maravilloso como el de las novelas románticas que tanto disfruta leer.
Aunque Juls anhela vivir su gran historia, no apresura las cosas, sabe que su romance llegará en el momento más indicado. Y mientras espera pacientemente a su príncipe, se enfoca en su presente, tiene otras cosas en las que ocuparse como lidiar con el rechazo de su papá, encargarse de la universidad, alegrarse al máximo por el regreso de su hermano, o no enloquecer por culpa de Killian.
No obstante, esto último no es nada sencillo pues al parecer ambos encuentran particularmente entretenido molestarse el uno al otro. El romance ideal de Julieth pasa a segundo plano cuando debe enfocarse en deshacer el montón de enredos que Killian vuelve de ella; cerca de Ian sus emociones se revuelven por completo, sus pensamientos pierden toda coherencia y su corazón emprende una alocada carrera.
Por su parte, Killian se siente estúpido cuando comienza a comprender a los protagonistas de las rosas películas y libros que adora su mamá y de los que él solía burlarse hasta el cansancio. No obstante, eso no es suficiente para que Ian se aleje de Julieth y todo lo que ella le hace sentir.
De esta manera Killian y Julieth se ven envueltos en millar de emociones tan intensas que los llevan a cuestionar muchas cosas; sin embargo, a pesar de sus dudas, ambos tienen claro que:
1. Jamás se habían sentido así y no quieren dejar de hacerlo.
2. Ella no es princesa, él no es príncipe, y su inicio no es nada común; pero eso no los detendrá, y si para continuar deben escribir su propia historia, están dispuestos a crear juntos un cuento poco convencional.
»Sin importar cuánto quieras ignorarlo, cuando la conexión es innegable, te arrollará.