Samantha Hamilton estaba total, absoluta e íntegramente, jodida. Nunca debió haber bebido más de la cuenta en aquella fiesta, pero lo hizo. Nunca debió haber enfrentado borracha a sus padres, pero lo hizo. Nunca debió haber huido de casa, pero —ja, qué sorpresa— lo hizo. Escapó con veinte dólares, decidida a no volver jamás a aquella prisión. El dinero se le terminó en dos días y sintió por primera vez la presencia de quien se convertiría en su peor enemigo dentro de ella. Hambre. Pero también fue ella la que le enseñó cómo sobrevivir... -¡Eh, chica, devuélveme mi billetera! -Oyó el grito del hombre que corría tras ella y aceleró el paso, pues lo único que le faltaba era quedar con la policía. Pero con este dinero almorzaría, así que solo daría un par de vueltas más hasta que el señor se cansara. Pero no lo hizo.All Rights Reserved
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