Robert era bastante simple, aburrido y defectuoso. Su único compañero no puede hablarle y su vicio incesante es el café. Claire era una doctora perteneciente a un hospital reconocido en Suecia. Sus vidas, diametralmente opuestas, estaban fundamentadas en tres acciones básicas: despertar, trabajar y dormir. Cada intento de romper con la monotonía de sus labores terminaba en un fracaso repentino, pues la rutina cumplía su cometido de arrebatarles cualquier oportunidad de variar sus actividades, por muy insignificante que fuese.
Hartos de transitar por los senderos grises y repetitivos que enmarcaban la existencia de ambos, optaron por tomar un desvío en una noche de tiempo libre, teniendo pocas esperanzas de alcanzar el éxito. Lo que ambos desconocían, era lo que encontrarían al final del recorrido.
Encontrarse pudo haber sido, quizás, una obra más para atribuirle al destino, o bien, mera coincidencia resultante de darle utilidad a ese espacio de tiempo muerto que tuvieron. Puede ser la peor decisión de sus vidas o el mejor suceso que haya podido ocurrirles, ¿quién puede saberlo?
Romper no siempre es terminarlo todo, o al menos así lo describen Robert y Claire en esta historia, cargada de sucesos que supondrán un obstáculo para su relación, de superaciones que representarán a la voz del destino y de giros completamente inesperados.
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...