"Sigue bailando... no dejes de hacerlo mientras te tenga en mis brazos... baila como si fuera la única noche en la que me tienes contigo... Es el sabor, es ese tu aroma que vuelve loco mis sentidos... debo probarte antes que me vuelva más eufórico, ya no aguanto, debo hacerlo o moriré en la desesperación" oí en mis oídos y de pronto su boca beso, pero sus dientes sentí clavándose en mi cuello, dejando caer mi collar de perlas al suelo. De pronto ya nadie había en el salón de esa gran mansión y su reflejo no se marcaba en los espejos... De pronto sentí que una rara sensación invadió mi cuerpo, sentí frio y estaba a punto de desvanecerme cuando lo vi a los ojos y ya no era quien pensé que fuere, él estaba allí sosteniéndome y su boca tornada de rojo en sangre, llenaron mis ojos de asombro y la mirada temerosa se volvió amor en cuanto sus ojos volvieron a su color miel, como era de costumbre serlos. Ya no estaba en presencia de un ser igual a mí, sino que esa bestia de la que tanto le temían los desfavorecidos pueblerinos de la vieja Transilvania ahora lo tenía enfrente de mí y no podía decir que mi miedo era que aun siguiera bebiendo de mi sangre, sino que se alejara para siempre de mi...