La leyenda cuenta que tenemos atado en el dedo meñique un delgado pero muy resistente hilo rojo invisible, que nos conecta y conducirá hacia esa otra persona, con la que haremos historia. Este hilo rojo se puede enredar, contraer y estirar, como seguramente a menudo ocurre, pero nunca se puede romper. Cuando dos almas están destinadas a encontrarse por el hilo rojo que los une, no hay nada que pueda separarlos ni en esta vida ni en otra.