Un día normal: aburrido y sin ningún tipo de emoción como siempre, bueno, al menos eso es lo que pensaba que sería, sin embargo, de normal no tuvo nada. Todo inicio de un modo realmente rápido, sin darme apenas cuenta ya tenía un arma apuntando a mi cráneo, sangre empapando mi piel que ni siquiera era mía y las miradas enfermizas de múltiples sujetos divirtiéndose con mi perplejidad. Pero no fui la más afectada, yo no morí aquel día, y muy en el fondo sé que no estuve ni la mitad de asustada que los demás, quizás es eso lo que me mantuvo con vida, a veces no lo tengo muy claro. No soy la típica chica secuestrada que pide a gritos que la salven, tal vez lo haría si supiera que existe alguien que pueda ayudarme, pero sé que no sucederá, así que tendré que hacerlo por mi cuenta, antes de que esto me haga cambiar, antes de que ya no quede nada de mi. Pero antes viviré cientos de cosas que casi me hacen desistir de mi búsqueda por la libertad, cosas que logran doblegar mi voluntad. Soy Terra Muna y me camuflo entre las sombras de mis demonios para poder regresar a mi hogar, aunque tal vez después éstos ya no quieran ocultarse más.
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