No podía dejar de negar con el mentón. Jared le miraba con los ojos esmeraldas más apagados que jamás había visto nunca, temblaba y de sus labios empezó a emanar sangre, rojiza carmesí que mancho los dedos de ella. El mundo desapareció, desapareció por completo, el dolor, la fe, la ira, la pena, el miedo, solo quedo en el interior de Naee el rostro de Jared, una última calada entre la vida y la muerte. Alguien la estaba llamando, alguien le gritaba su nombre pero ella solo podía ver la sangre que salía del cuerpo de Jared, sus alas desvaneciéndose, su torso empapado. -Naee reacciona - y entonces le miro, Gideon a los pies de su hermano con las manos igual de manchadas que las de ella, temblando y por algún extraño motivo lo entendió, entendió que le pedía Gideon.