De tardes grises y calabazas

En Valle Verde la vida era rutinaria, por las mañanas ver pasar el servicio de limpieza del estado haciendo sus labores mientras los vecinos salen de casa con prisa al trabajo y padres con hijos rumbo a la escuela cercana. Todo esto le otorga a esta particular colonia un aire de relativa calma y monotonía.
Una casa a media manzana lucía un aspecto diferente al resto, era diferente y con cierto nivel de plusvalía aunque estuviese deshabitada hace ya algún tiempo. Eran las ocho cuarenta y dos de mañana, mientras que a lo lejos se escuchaba un gran motor a diesel que movía un imponente camión de mudanza y detrás de este, un auto familiar.
Del auto bajaba una familia de tres personas, una mujer, su esposo y su pequeña hija.
La niña miraba con cierto interés el lugar donde iría a vivir ahora, parecía que le agradaba debido a la sencillez de la colonia. Dio un suspiro al aire, acomodó sus cabellos movidos por el viento y sonrió.
Toda la vida viviendo en el mismo sitio da como experiencia que hay vecinos que vienen y van, amistades que se alejan de el vecindario y otras más que llegan, así de esta forma llegó a la colonia las personas que cambiarían la vida de Ricardo... Ún chico, muy serio. A diferencia de los demás muchachos no gustaba mucho de salir, prefería estar siempre con un grupo muy selecto de muchachos que a pesar de todo a algunos de ellos todavía no consideraba amigos.
Un día cualquiera, pudiera decirse si no se ve desde otra perspectiva... se convertirá entonces en el día que cambiará la vida de alguien; ese día cualquiera...