Amarillo.

Colores, en eso se basa la vida; colores alegres, colores tristes, colores intermedios... Hay infinidad de ellos, por todas partes, en la ropa, en los edificios, en los suelos, e incluso en las almas. Pero, ¿qué pasaría si lo único que vieses en tu vida fuera el color gris?

Leya lleva la mayor parte de su vida viendo el mundo con unos ojos que no le pertenecen, o, al menos, así piensa ella. Odia lo gris y ama los colores vivos con gran intensidad, por eso no cree que esos ojos deban ser suyos. En cambio, sueña con esos colores, porque todavía los recuerda, solo sueña con ellos, no toman ningún tipo de forma, no crean escenas ni personajes, simplemente descansan a su lado. Los echa de menos, como a alguien que ha perdido a un familiar o a algún amigo muy cercano.

Algo irónico ya que tiene los ojos más preciosos que cualquier ser humano haya visto alguna vez. Podías perderte en su mirada durante horas, son tan profundos como pozos y tienen un color un tanto peculiar...

Son amarillos, amarillos como el azufre.