En una de las sillas de la comisaría se encontraba Adara con lágrimas secas cubriendo sus mejillas y una chaqueta de policía, que claramente no era de su talla, apoyada en sus hombros. Su pelo, el cual su madre solía comparar con el oro por su color, ahora parecía más un nido de pájaros. Su vista estaba clavada en el suelo y su cara no mostraba ninguna emoción pero en realidad estaba sintiendo un remolino de emociones que nunca antes había sentido. Las imágenes de lo vivido horas atrás se repetían una y otra vez en su cabeza sin descanso. El sonido de la puerta abriéndose bruscamente hizo que la niña volviese a la realidad y fijase su atención en el hombre que acababa de entrar. El mismo hombre que se haría cargo de ella a partir de ese momento. ----------------- Esta es una novela original y queda prohibida su copia y/o adaptación. La historia se actualizará completa próximamente.All Rights Reserved
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