-¿Qué piensas de mí? -¿Qué? -Sí. Estoy seguro de que la primera vez que nos vimos pensaste en que te podías aprovechar de mi por invitarte a aquella cerveza. -No... -¿No? ¿Y qué es lo que piensas ahora? Oh, espera. También puedes calificarme de secuestrador por traerte arrastras. ¿Qué soy para ti, Marah? -Una persona que carece de cariño y que cree encontrarlo en una chica diferente todos los días. -Apretó las manos aún sin despegarse de mi espalda. -M-me habías dicho que no conociste a tu madre y el rodearte solamente de hombres pudo... -Joder, ¿eres psicóloga ahora? -Pegué un gritito en cuánto sus manos se apoyaron en mis caderas para colocarme sobre el mármol frío frente a él. -Además, mi padre volvió a casarse después de ello. -En-entonces no entiendo porqué... -¿Por qué soy así de cruel, despiadado y frío? -Rió echando la cabeza hacia atrás para mirarme a los ojos. -La vida es dura, Marah. Y si no aprendes a sobrevivir en ella, puede llenarte el cuerpo de balazos infinitos. -S-si fueras cruel, despiadado y frío no estaría aquí ahora mismo... -Murmuré esquivando su mirada recordando aquella noche. -Si fueras todo aquello, me dejarías dormir en mi antigua habitación y volver al trabajo en vez de prohibirme salir de aquí. -Y según tú, ¿por qué lo hago? -Porque tienes corazón. -Confesé mirándolo a los ojos fijamente.