¿Enemigos ó amantes?
Contemplo sus manos finas agitándose sobre mi torso y me dejo embriagar por el perfume que se escapa de su nuca para subir hasta mí.
- Estoy muy apenada - persiste, ahora frotando enérgicamente la tela con un aire de concentración, secándose de vez en cuando la frente con el antebrazo.
Me está arruinando la camisa de marca. En lugar de comentárselo, analizo cada uno de sus gestos. La sorprendo varias veces mordiéndose la yema del pulgar. Un tic que deja ver su nerviosismo.
- Obviamente le pagaré la tintorería. Y después, le regalaré un café diario durante una semana.
No respondo nada.
Resisto la tentación de hundir mi mano en su cabello largo y sedoso.
Me parece muy bella; en su fragilidad, en su incomodidad, en su simplicidad.
- ¿Un mes? - propone, visiblemente preocupada por mi silencio.
- Está bien por el café. Una semana bastará - la tranquilizo. - De la tintorería me ocupo yo. No se preocupe por mi ropa. Esto puede pasarle a cualquiera.
Entonces se detiene, me mira y me sonríe, aliviada por mi reacción pacífica.
- Creo que su camisa está arruinada - anuncia, esta vez mordisqueándose el labio inferior.
- ¡Sí, creo que efectivamente así es! - asiento riendo.
Me quedo mudo cuando decide atacar mi pantalón, colocándose frente a mi entrepierna.
¿Es una broma? ¡Creí que ese tipo de cosas solo sucedía en las películas!
Solo que esta posición no tiene nada de divertido. Al contrario. La presión que ejerce en mi entrepierna despierta todo mi cuerpo. Mi imaginación comienza a salirse de control. La deseo.
Las ideas obscuras se apoderan de mi mente. Tocarla. Acariciarla. Besarla.
Ella se detiene de pronto, como si hubiera escuchado mis pensamientos inapropiados.
El tiempo parece detenerse, el ruido proveniente de los clientes del Temple Coffee se atenúa. Estamos solos los dos aquí, aislados del resto del mundo.
***
Autora:-Avril Rose
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.