No supo ni cómo ni cuándo, solamente cuando ya estaba pasando. No supo desde cuándo sus ojos se desplazaban cada vez que veía un mechón rosa, o cuando el olor a grasa inundaba sus fosas nasales. No supo cómo sus pies comenzaron a ser mecánicos, para cada viernes, luego de hacer tareas, se dirigiera al taller, y exclusivamente a esa chica.