Desde pequeña siempre he soñado con un chico y un colibrí blanco, era un sueño repetitivo y el escenario siempre era el bosque a lado de la casa de mis abuelos. Un día el sueño se volvió realidad. Ellos existen, están ahí, escondidos de nosotros, seres capaces de cambiarse en un animal definido por su alma. ¿No los recuerdas? Yo tampoco los recordaba, perdemos la memoria al cumplir los seis años. Ahora estoy atrapada, no puedo salir de este mundo, y la verdad es que en el fondo tampoco quiero.
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