"La Corona no se niega, la rosa no se presume. Se le demuestra lealtad y admiración, a las dos por igual."
Caminar entre tantas miradas expectantes a alguna equivocación, hacía que mi nuca empezara a ponerse un poco húmeda. Se escuchaban murmullos, pero lo que realmente me alteraba aún más eran los zapatos de los guardias que se movían a mis pasos. ¿Esos hombres no podían comprarse unos zapatos menos ruidosos?, haría una ley para eso o solo les pediría de la manera más amable y tranquila que podría que sus zapatos dejaran de hacer un ruido tan molesto, o por lo menos irritante para mí.
También pediría que acortaran la caminata desde la puerta de entrada hasta el trono. ¿Por qué tengo que estar tan presionada?, porque caminar todo ese tramo hacia que todo lo que había estado aprendiendo desde el día en que nací desapareciera en esos minutos de miradas y pasos.
Más que nada cuando no me tienen Fe para cuidar La Corona. Está mal que la reina use vestidos cortos, quiera ser parte de las guerras y ande a Carballo, se case con un granjero y que su ex prometido príncipe/rey se case con una cantante.
Si, lo sé. Demasiada información, pero esa es mi historia. Retrocederemos en el tiempo así les cuento como empezó todo esto, quien soy y por qué soy la princesa rebelde.
Elliot's partner was his whole world, but after Allan's death, his ghost haunts Elliot's dreams. Everyone tells Elliot to move on, but he isn't sure he can.
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It's been a year since the love of Elliot's life, Allan, passed away. Everyone thinks he should have recovered after that much time, but Allan still haunts Elliot every night. He struggles to maintain relationships with his family, and despite a coworkers interest he can't summon up the courage to date. Elliot is living for the past, because to live for the present means he'll have to live with a hole in his heart. But the question Elliot has to face chases him through his monotonous days: is mourning Allan with everything he has truly living?
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