Después de que la Era Industrial consumiera los limitados recursos que teníamos, ocurrió el Cataclismo. Despojados de nuestras gloriosas ciudades y con un páramo muerto como herencia, sobrevivimos. Y con los despojos de las máquinas huimos al único lugar que aún estaba limpio de contaminación, los cielos. Pero nunca fuimos curados de la ambición, el egoísmo y el poder. Tarde o temprano, nuestra naturaleza saldrá a flote y ahora no hay lugar a donde huir. Debemos impedir que nos destruya de nuevo.