Las personas tenemos un talento, sea cuál sea, es algo que nos hace especiales, algo que nos hace resaltar del resto. Algunos se vuelven figuras públicas, famosos; unos aprovechan su talento para tener un trabajo que les permita hacer lo que más aman, y otros simplemente lo dejan como un hobbie. Bueno, hay diferentes caminos para el uso de los talentos. Sin embargo, ¿Qué pasa si ese algo en lo que somos buenos, eso que disfrutamos, se volviera algo hecho por pura presión? Se volvería aburrido y sin chiste, ¿no? Justo esto le pasa a Connie Evans, una talentosa violinista... Que detesta serlo. ¿Por qué? Pues, verás; su madre amaba el violín y era reconocida, pero debido a un accidente doméstico, su posibilidad de tocar tal instrumento quedan en cero. Ahora, presiona a su hija para ser la mejor desde que descubrió su enorme talento. Pero le deparan sorpresas agridulces luego de la muerte de su director de orquesta. Una de esas sorpresas tiene nombre y apellido: Terrence Chantintong. Un joven vivaracho y de ojos oscuros que le enseñará muchísimas cosas. Desde formas de tocar notas difíciles hasta disfrutar la belleza que existe entre violines y partituras. Obra cien por ciento mía, por favor, respetemos el esfuerzo de otros. NO al plagio. Portada hecha por @-stigmxs
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